viernes, 30 de noviembre de 2007

Being a woman

Voy a decir un montón de cosas que a un montón de gente le parecerán nauseabundas, crudas o, al menos, poco delicadas, pero hace rato que tengo ganas de decirlas y no me voy a dar el trabajo de decirlas bonito o con eufemismos, las voy a largar no más.

Ser mujer y heterosexual, independiente de todo lo que se pueda decir respecto al rol social que conlleva, involucra algunas experiencias fundamentales. Fundamentales porque están inseparablemente unidas a nuestra anatomía. Y no sé cuánto nos determinarán, pero seguro que las tenemos pegadas a la piel.

Para empezar, como mujer heterosexual siempre me lo van a meter. Yo lo hallo una limitación atroz de la vida sexual. Encuentro que sería mucho más divertido tener una gama más amplia de experiencias sexuales. A mi me encantaría saber cómo se siente meter un pedazo de ti mismo dentro de otro ser humano, de aquel que deseas, de aquel que amas. Pero yo no puedo acceder a eso. No tengo nada en mi organismo que me permita penetrar a otro del modo como soy penetrada. Y meterle un dedo en la boca o en el culo a un tipo no es lo mismo. Que suerte tienen algunos homosexuales hombres en este ámbito…tienen pico y tienen hoyo y pueden elegir qué quieren en el polvo siguiente: meterlo o que se lo metan.

Tengo una amiga que dice que eso es identificarse con una cuestión patriarcal, con el hecho de ser poseída, de ser conquistada territorialmente, pero yo digo que eso es bullshit, que no se trata de poseer o no, sino de un rango de experiencias que nunca podré tener porque la anatomía de mi cuerpo me lo impide.

Para rematar el tema sexual, desde el punto de vista anatómico, cuando a uno se lo meten sin condón y el otro termina adentro tuyo, la relación sexual se prolonga para uno mucho más allá de lo que uno mismo desearía, para uno dura mucho más que para el otro. Uno folla un cierto rato y después, recupera el aliento, y -en el mejor escenario- se acaricia, regalonea, conversa, incluso puede dormirse una siesta y despertar, ducharse y vestirse, y cuando uno ya retomó la vida tal cual iba, y está listo y dispuesto para cumplir con algún rol o tarea cotidiana, cuando el otro hace rarto que ni piensa en el polvo que se pegó, cuando uno menos se lo espera….sientes que un líquido caliente y viscoso baja desde dentro tuyo y cae mojándote los calzones limpios, recién puestos.

Entonces, uno cacha que uno es un receptáculo. Que el otro pone algo de sí dentro tuyo y cuando él ya está a kilómetros de distancia, te das cuenta que todavía lo llevas contigo, que no te abandona tan fácilmente. Y quizás hasta esto tenga que ver con la memoria, quizás uno se acuerda más del polvo que se pegó con el susodicho hace un rato, la noche anterior incluso, y el macho que eyacula, que puede vestirse e irse, no tiene ningún determinante anatómico que lo obligue a volver a aquél escenario erótico y buscar entre los dedos un olor, un recuerdo más placentero, más mamífero de aquél encuentro.

That s being a woman. Sometimes.



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